Quién es quién en el terremoto que hace temblar la empresa de ChatGPT
Las 72 horas que cambiaron la historia de la inteligencia artificial con el despido de Sam Altman de OpenAI y su fichaje por Microsoft
La empresa de ChatGPT, que el día 30 de este mes celebrará el primer aniversario de un lanzamiento que ha revolucionado el mundo de la tecnología, despidió el viernes a su CEO Sam Altman. OpenAI, empresa fundada en 2015 y referente del desarrollo de la Inteligencia Artificial a nivel mundial, anunció por sorpresa la salida su icónico CEO, que tan solo hacía unos días, el 6 de noviembre, había presentado GPT-Turbo en su primer evento para desarrolladores, DevDay. El anuncio de la salida de Altman de OpenAI se produjo en circunstancias extrañas. Un apunte en el blog de OpenAI con una acusación durísima contra su CEO por supuesta falta de lealtad y transparencia con la junta directiva, tras una improvisada reunión convocada por Google Meet. Un tuit de Altman calculadamente ambiguo propagó la noticia el viernes, y a partir de ese momento se han producido movimientos y jugadas que probablemente pasarán a la historia de la IA y de la industria de la tecnología.
En el blog de OpenAI se anunció el nombramiento, por parte de la junta directiva, de Mira Murati como CEO interina. Durante el fin de semana, Murati desistió y dejó el cargo vacante tras la polémica mediática y en redes que aún dura. Han sido 72 horas que han visto tambalearse a OpenAI, la empresa tecnológica de moda tras lanzar ChatGPT y en pleno debate sobre el impacto para la humanidad de una Inteligencia Artificial General (AGI) o, según las últimas denominaciones del propio Altman, una Super Inteligencia Artificial (ASI).
Tan solo 24 horas después del despido de Altman y del nombramiento provisional de Murati, la junta directiva de OpenAI negoció un posible retorno del CEO. Durante esos momentos Altman recordó la figura de Steve Jobs, que tras 10 años volvió a Apple e hizo historia. Un amigo me envió un mensaje: “En la era exponencial, lo que para Steve Jobs fueron 10 años para Sam Altman son horas.” Y efectivamente parecía que estábamos ante una tensión mal resuelta entre la junta directiva y Altman que ambas partes podrían reconducir durante el fin de semana. Pero quizá todo es tan exponencial que ni así.
El tuit de disculpas de Ilya Sutskever, fruto de las fuertes presiones recibidas por parte de trabajadores, inversores y de la propia Microsoft que tanto dinero ha invertido en OpenAI, ha servido para que Altman considerase su reincorporación. Sutskever, destacado investigador en el campo de la IA, conocido por su trabajo en el aprendizaje profundo y las redes neuronales artificiales, es el científico jefe de OpenAI. Otro tuit de Altman ha servido para jugar con las emociones de la parroquia tecnológica que se ha pasado el fin de semana consultando X para seguir los últimos acontecimientos. Un ‘selfie’ de Altman en OpenAI con la acreditación de visitante diciendo que era la primera vez y que sería la última que se le vería así, nuevamente jugando con la ambigüedad de si volvía o se despedía ya definitivamente y rompía el paralelismo con la historia de Jobs en Apple.
Mientras Altman se anotaba el apoyo de otro directivo dimisionario en desacuerdo con el despido del CEO, estamos hablando de Greg Brockman — presidente de la compañía hasta la fecha — , y el cambio de posición de Murati, y mientras entre los trabajadores se empezaba a fraguar una auténtica revuelta contra la junta directiva, con Ilya Sutskever en el punto de mira, se ha producido la mayor jugada maestra de los últimos tiempos en el mundo de las grandes compañías tecnologicas. Su artífice ha sido Satya Nadella, CEO de Microsoft.
Primero intentó presionar a la junta de OpenAI para lograr la readmisión de Altman y conseguir que las aguas volvieran a su cauce, un interés para Microsoft porque está inviertiendo en IA a través de OpenAI. Luego, Nadella ha conseguido que, dadas las fuertes discrepancias sobre la gobernabilidad de OpenAI entre la junta directiva y Altman, así como las diferentes posiciones en relación a la velocidad y seguridad en el desarrollo de la IA (Altman es partidario de rápido mientras Sutskever prefiere lento pero seguro), el talento de la empresa de ChatGPT vaya a recabar a Microsoft.
Es decir, Microsoft seguirá invirtiendo en una OpenAI que tiene un carácter sin ánimo de lucro y una misión de la empresa ‘con la humanidad’ (es literal, no es ironia) y, al mismo tiempo, contará con Altman, Brockman y probablemente un buen grueso de la plantilla que se irán con ellos a la empresa que dirige Satya Nadella. Microsoft gana por partida doble, ya que acogerá a los ‘impacientes’ en el desarrollo y los que tienen una visión más ambiciosa y comercial como Altman para hacer ‘in house’ aquello que hasta ahora debía hacer a través de una OpenAI que cada día era menos ‘open’ pero que tenía unos equilibrios internos difíciles de homologar en la batalla de las grandes tecnológicas que ahora hemos descubierto.
Si durante el fin de semana los competidores de OpenAI y Microsoft se podrían haber fregado las manos esperando que el cataclismo les beneficiara, a empresas como Google la sonrisa se le debe haber congelado tras ver la ‘photo finish’ de la incorporación de Altman, Brockman y compañía a Microsoft el mismo año que la compañía en su alianza con OpenAI ha ganado la batalla por la IA con ‘copilots’ y tantas otras aplicaciones.
No obstante, el ‘show’ de estas 72 horas (ya veremos como se despiertan este lunes en Silicon Valley) supondrá un perjuicio immediato para OpenAI y su imagen. Y, a muy corto plazo (pero en la era de lo exponencial todo va muy rápido), todo lo que Altman y Brockman podrían hacer en una OpenAI que hubiera claudicado a sus postulados de más ‘mambo’ y menos ‘responsabilidad’ no se ejecutará en Microsoft desde el minuto 1. Quizá la pausa que algunos pedían hace unos meses al desarrollo de la IA, se producirá a raíz de este tsunami inesperado. No hay mal que por bien no venga, deben pensar.
Mientras directivos, investigadores y trabajadores como Lilian Weng hacen público en X que 650 empleados de una plantilla de 770 de OpenAI han planteado un pulso y mostrado su profundo malestar por las formas y por la salida de Altman, la cuestionada junta directiva ha esprintado para sustituir a la interina más efímera de la historia, Mira Murati, y buscar un CEO provisional para intentar calmar la situación. El nombre elegido es Emmet Shear, exfundador y exCEO de Twitch. Un directivo que, tuits polémicos al margen, supondría una tercera vía entre la prudencia de Ilya Sutskever (discípulo de Geoffrey Hinton, esto ayuda a entender el perfil de Ilya) y la impaciencia y agresividad atribuida a Altman.
Sutskever nació en la Unión Soviética, se crió en Israel, completó su doctorado bajo la supervisión de Hinton en la Universidad de Toronto, convirtiéndose en uno de los pioneros en la materialización del renacimiento del deep learning en la década de 2010. Ha expresado su profunda preocupación sobre los estragos que la IA puede causar a la humanidad, en contraste a las posiciones más atrevidas de un Altman a quien también le reprochan tener intereses directos en empresas que desarrollan inteligencia artificial como Humane o, más recientemente, de estar detrás de una compañía de chips para competir con Nvidia.
En la era exponencial, el nuevo (el segundo) CEO interino de OpenAI ha lanzado un tuit en domingo comprometiendose a tomar las riendas y a una serie de decisiones y compromisos en 30 días. No lo tendrá fácil, y los usuarios de GPT le deseamos toda la suerte del mundo, porque la suya será la nuestra como usuarios y/o clientes de una empresa que en tan solo unos mesos, el día 30 cumple el año, habrá cambiado nuestras vidas.
Os recomiendo los videos (1 y 2) del fin de semana de Xavier Mitjana y el directo de este lunes por la tarde de Carlos Santana para entender mejor la magnitud de la tragedia, con conspiraciones incluidas (que si Elon Musk está detrás de todo esto, que si Satya Nadella se ha comportado como un Padrino, que si la tensión Ilya-Sam responde a que OpenAI esconde una AGI en el cajón y prepárate para lo que viene, que si responde a una lucha de egos entre ellos, que si Sam se arrepiente ahora de no haber sido más ‘open’ en OpenAI para ahora poderse beneficiar, que si sus últimas palabras en el evento de desarrolladores ya eran un mensaje críptico del terremoto que hemos visto ahora, etc). Nunca la actualidad tecnológica y sobre la IA se había parecido tanto a la serie ‘Succession’.