Sam Altman y Pedro Sánchez: ¿Inteligencia humana ante la inteligencia artificial?
El CEO y cofundador de OpenAI visita La Moncloa y mantiene el discurso de la prudencia y responsabilidad pronunciado en el Senado de los Estados Unidos
Sam Altman, CEO y cofundador de OpenAI, la empresa creadora de ChatGPT, se ha puesto la corbata y ha cambiado la americana por la sudadera para visitar este lunes La Moncloa en su gira por 17 ciudades de todo el mundo, entre las cuales se encuentran las europeas Madrid, Bruselas, Múnich, Londres y París. Después de haberse reunido en la Casa Blanca con la vicepresidenta Kamala Harris, con un breve encuentro previo de pie del presidente Joe Biden, Sam Altman compareció en el Senado de los Estados Unidos, donde pidió una regulación para la inteligencia artificial y para su empresa, con un discurso hiperresponsable que debe interpretarse en términos de prudencia y complicidad con los reguladores, pero también como una manera de formar parte de las nuevas reglas que, hoy en día, mantienen a OpenAI en ventaja sobre el resto de competidores y los pequeños potenciales competidores a cierta distancia.
El mismo día en que OpenAI posteaba esto en su blog, Altman visitaba a Pedro Sánchez en La Moncloa, acompañado por la vicepresidenta Nadia Calviño. Ambos han coincidido en señalar que la inteligencia artificial tiene un potencial espectacular, pero que es necesario velar por una regulación que garantice que no haya incumplimientos con transparencia ni se convierta en una amenaza para la democracia. La visita del CEO de OpenAI llega en una gira de Altman para calmar las aguas y frenar ciertos discursos catastrofistas que están apoderándose del relato mediático y del pensamiento de la mayoría de los mandatarios europeos. Sánchez está, al margen de la campaña electoral local, a punto de asumir la presidencia rotativa de la Unión Europea, y si Europa ya es una isla garantista y conservadora en este tema en el contexto global, el caso español lo es aún más.
Es por este motivo que el encuentro de este lunes entre Altman y Sánchez parece relevante, si es que la posición española puede influir en la regulación de la IA a nivel europeo coincidiendo con el semestre de presidencia comunitaria. Sin embargo, en España ChatGPT ha funcionado desde el primer día, mientras que ha sido Italia quien, temporalmente y por motivos de protección de datos principalmente, ha prohibido los chats conversacionales de OpenAI que ahora, de repente, tanto preocupan a ciertos sectores y referentes.
Hay que tener en cuenta que Altman venía del Senado estadounidense con los deberes hechos, con un tono y puesta en escena y un discurso que en una lógica capitalista y competitiva como la de Estados Unidos supone un mensaje de cautela y responsabilidad. Por tanto, todo indica que veremos a un Sam Altman que mantendrá el discurso ante mandatarios, empresarios y universidades, ya que este lunes después de estar en La Moncloa asistió a un acto en Madrid donde advirtió que el peligro de la inteligencia artificial es equiparable al de las armas nucleares (sic). Venimos del manifiesto de un millar de personalidades pidiendo, ingenuamente, una pausa de 6 meses en el desarrollo de la IA, venimos de la prohibición italiana, de una avalancha informativa alarmista sin precedentes — ¿recuerdan eso, con Internet o la irrupción de las redes sociales?— y venimos de una respuesta de Google en la competencia con la IA en la cual el gigante de la red ha desarrollado un montón de herramientas y servicios con inteligencia artificial en todo el mundo menos en todos los países de la Unión Europea, y la lectura que han hecho es ‘nosotros sí somos responsables y queremos cumplir la legislación europea y no como OpenAI’.
Así las cosas, me gustaría pensar que esta versión cívica y responsable de Sam Altman ante Pedro Sánchez haya servido para rebajar desconfianzas y acercar posiciones, y que haya existido el ‘feeling’ imprescindible para que el Estado y la Unión Europea afronten la regulación de la IA y toda la política en su entorno que esto representa con una visión estratégica, grandeza y una mirada larga que este reto histórico para la humanidad supone. Responsabilidad, ética, transparencia, garantías y prudencia, siempre. Pero que los reaccionarios y los miopes, o peor aún, los pesimistas, impongan un freno europeo al despliegue global de una IA que puede ofrecer grandes beneficios a la humanidad, no.
Leeremos con atención las crónicas e informaciones del encuentro de este lunes y de la gira de los próximos días. Esperamos un mínimo de objetividad por parte de unos medios tradicionales que, en su mayoría, llevan semanas decantados en el bando del apocalíptico futuro que nos espera si prospera la IA.
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